Hoy se recuerda como el «Día de la Libertad» el final de la oprobiosa dictadura trujillista
El 30 de mayo de 1961, después de 31 años de dictadura, el cuerpo de Rafael Leonidas Trujillo Molina recibió seis heridas de bala, de las decenas disparadas en su contra por un grupo de conjurados que, movidos por el deseo de poner punto final a la barbarie de su régimen, apuntalaron el despertar al camino de la democracia en República Dominicana.
En la escena del tiranicidio estuvieron Antonio de la Maza, Antonio Imbert Barrera, Amado García Guerrero, Salvador Estrella Sadhalá, Huáscar Tejeda Pimentel, Pedro Livio Cedeño y Roberto Pastoriza. Pero ellos no fueron los únicos que urdieron el plan para matar al dictador.
En la organización del tiranicidio, que tuvo dos tentativas previas el 17 y el 24 de mayo de 1961 y que fue adelantado un día por un cambio de agenda de Trujillo, también participaron Luis Amiama Tió, Luis Manuel Cáceres (Tunti), Eduardo Antonio García Vásquez, Miguel Ángel Bissié, Manuel de Ovín Filpo, Bienvenido García Vásquez y Ángel Severo Cabral.
Además, formaron parte del complot, de acuerdo con lo reseñado en el libro «30 de mayo. Trujillo ajusticiado», de Eduardo García Michel: Luis Pedro Taveras Liz (Gumarra); el grupo de Ángel Severo Cabral (integrado por Manuel y José Francisco Tapia, César Estrella Sadhalá, Rafael Acosta, José María Cabral Vega, Federico Carlos Álvarez, Roberto Arias y Federico Perdomo ); Carlos y Marcelino Vélez Santana; y Alberto Rincón Jáquez.
Realidades y mitos
De acuerdo a José Miguel Soto Jiménez, en su libro «Malfiní. Radiografía de un magnicidio. Estudio forense de la muerte de Trujillo», en el cuerpo del tirano se identificaron seis heridas de bala y concluye que no se le dio «un tiro de gracia».
Según Soto Jiménez, las referencias de las heridas están contenidas en el certificado médico elaborado por el doctor Francisco González Cruz, del 3 de julio de 1961. El militar e historiador reseña que no se realizó una autopsia.
Otro de los relatos difundidos, debido a las declaraciones del chófer del tirano, Zacarías de la Cruz, es que Trujillo logró salir del vehículo en el que se dirigía a San Cristóbal y disparó, y que incluso hirió a Pedro Livio Cedeño. Pero los testimonios recogidos en el libro «30 de mayo. Trujillo ajusticiado», indican lo contrario.
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